Para escribir esta columna quise comprar un café. Un poco de cafeína para la concentración me pareció completamente racional.
Fui al local más cercano, me aseguré que vendieran americanos, y procedí a pagar. $1.500 el mediano, o $1.700 el grande. ¿El doble de café por $200? Fácil decisión.
Sin saberlo dejé de ser racional y caí en uno de los sesgos más usados por el mundo del marketing. Creo que vale la pena conocer mejor las formas en las que dejamos de ser racionales, porque pueden tener un efecto importante en nuestras finanzas.
Conozcamos los sesgos más comunes, y aprendamos qué podemos hacer para que no nos jueguen una mala pasada.
Los cinco sesgos más comunes
Sesgo de anclaje
El año 2022 va a ser un ancla para muchos nuevos inversionistas.
El sesgo de anclaje nos lleva a confiar en demasía en la primera pieza de información que nos den de algún tema.
El 2022 fue un año atípico, en que los mercados en general tuvieron un mal año. Para los que fue su primer año, probablemente quedarán por mucho tiempo con la sensación de que "invertir no vale la pena".
Para evitar que nos pase a futuro, tenemos que tratar de salir de la situación inicial. Tener paciencia y confiar en el largo plazo. Así lograremos los retornos que hemos visto históricamente.
Sesgo de ilusión de control
Como dice el dicho: "Después de la guerra, todos somos generales". Lo que hoy parece obvio, en su momento era pura incertidumbre.
El sesgo de ilusión de control nos hace pensar que afectamos nuestras situaciones más de lo que en realidad lo hacemos.
Es importante en las inversiones, porque un par de coincidencias positivas nos pueden hacer pensar que "descubrimos el secreto para ganarle siempre al mercado". Más temprano que tarde volveremos a la realidad, cuando la suerte deje de estar de nuestro lado.
En Rankia, aceptando no poder garantizar retornos a futuro, hemos seleccionado los mejores fondos para 2023.
Para evitar este sesgo, tenemos que racionalizar decisiones que queremos tomar con nuestros instintos. ¿Qué dice la historia? ¿Qué dicen los números? ¿Qué más podría explicar lo que está pasando? Tenemos que pensar como científicos, el más humilde de los científicos.
Sesgo de confirmación
Antes, la mayoría de las personas se enteraban de lo que estaba pasando en el mundo, en los diarios, en las noticias, o en la radio. Si bien existían distintos canales, la información era similar.
Hoy, lo más común es enterarse de lo que pasa el día a día a través de las redes sociales. Cada red social tiene un algoritmo que recomienda contenido específico a cada usuario. El algoritmo nos muestra lo que nos gusta, y creemos que el mundo es así.
El sesgo de confirmación describe nuestra tendencia de notar, fijarnos, y creer más en evidencia que apoye nuestras creencias.
Por ejemplo, hace un tiempo investigué sobre los beneficios de un suplemento alimenticio. De los cinco comentarios que leí de usuarios, me quedé con la persona que estaba más feliz, y solucionaba el problema que yo estaba buscando.
Contrarrestar este sesgo implica ir contra nuestros principios. Buscar activamente contenido con el que estemos en desacuerdo, y buscar los méritos del lado contrario.
Aversión a las pérdidas
Este es quizás el sesgo más importante de los que vas a leer hoy. Fue en parte por qué Daniel Kahneman y Amos Tversky ganaron el premio Nobel de Economía siendo psicólogos. Es también el más fácil de explicar.
El sesgo de aversión a las pérdidas nos explica por qué nos duele el doble perder de lo que disfrutamos cuando ganamos.
En el mundo de las inversiones este sesgo hace que muchas veces elijamos inversiones menos riesgosas, por el "miedo a perder". Podríamos estar dejando dinero sobre la mesa. Ahondamos en eso al diferenciar ahorro de inversión. Qué es más rentable ¿ ahorrar o invertir?
Para combatir el sesgo podemos tratar de cambiar la forma en la que presentamos los posibles resultados, quitando énfasis en las pérdidas o ganancias. También al momento de tomar la decisión, podemos ponernos en el peor escenario posible, y ver como eso afecta nuestra decisión.
Contabilidad Mental
En teoría, el dinero es fungible. En otras palabras, $1.000 en un billete son los mismos en una cuenta de un banco, o en cualquier otro formato. Dinero es dinero.
El sesgo de contabilidad mental ocurre cuando nuestro cerebro asigna un valor subjetivo al dinero, muchas veces rompiendo principios económicos básicos.
Volviendo a nuestro querido café. Pagar $200 más lo sentí como "nada", pero si estuviera en el supermercado, y veo dos marcas de café con $200 pesos de diferencia, muchas veces elijo la más barata, porque esos $200 me importan.
Conclusión
Espero que después de estos ejemplos y explicaciones, estés de acuerdo que no siempre somos racionales. Cuando se trata de dinero, argumentaría que la mayoría de las veces NO somos racionales. Lo bueno, es que mientras más estudiemos estos efectos, más preparados estaremos para no caer en las mismas trampas de siempre.
Si quieres seguir investigando de este tema, te recomiendo el libro "Pensar Rápido, Pensar Despacio" de Kahneman y Tversky, en donde explican los experimentos que los llevaron a descubrir varios de los sesgos que leíste más arriba.